28 de febrero de 2015
Estoy cayendo en la teoría del
auto sabotaje.
Compré un regalo para dárselo a
una persona que tiene un significado especial en mi vida, pero soy tan temerosa
y cobarde que no puedo darle nada. De hecho no se lo daré, no lo haré porque no
puedo. Así soy, planeo cosas y luego me arrepiento de ellas. Quiero hacer cosas
pero nunca reúno el valor necesario para hacerlas. Además yo sé que él me
detesta y sólo estaré haciendo el ridículo, nunca sabré en realidad que es lo
que pasa por su mente cuando se trata de mí. Quisiera finiquitar esto.
Porque he pasado de quererlo y
adorarlo a repudiarlo y decir que es la peor persona en el mundo, no hay nadie
peor que él para mí, otra vez estoy teniendo esto, si se supone que lo quiero,
puedo decirme a mí misma que dejaré de hacerlo y que simplemente lo olvidaré.
Tonto esquizoide, mi peor error has sido tú y todas las cosas que me hiciste
pasar y que están como recuerdo imborrable en mi memoria.
Lo odio y lo amo al mismo tiempo,
o no… sólo quiero odiarlo, pero me sale ese desprecio barato que con el pasar
de los días termina convirtiéndose en cariño porque no puedo deshacerme de él,
de mientras seguirá siendo la peor persona en la que he desperdiciado mi vida y
mi dinero.
No lo volveré a hacer, lo juro,
ya llegará alguien mucho mejor.
Igual tengo ese sentimiento
recurrente de soledad, me siento consumida por un vacío interminable que no
logro llenar con nada, ni el alcohol, ni las drogas, ni todas las medicinas del
mundo pueden llenarlo.
Y lloro de manera regular, lloro
porque me siento sola. Vivo rodeada de personas pero el sentimiento de soledad
y de que mi vida no vale la pena es permanente. Deseo morir, es lo único que
podría alivia el dolor y el tormento de mi existencia, porque mi error más grande
es seguir existiendo.
Sin embargo no intento nada. Hay
un bote de clonazepam en gotas en mi casa, lo tengo al alcance, podría usarlo
todo cuando quisiera desaparecer, o tal vez no sea tan efectivo, podría
conseguir un poco de cristal y ponerme una sobredosis, o tal vez causarme
muerte etílica, pero tengo flojera de hacerlo, quiero morir pero no quiero
hacer nada para lograrlo, quisiera que la muerte llegara sola, estar sentada y
simplemente estar muerta. O tener una enfermedad terminal, pero a mi maldito
cuerpo no le dan ganas de morirse o de producirse el cáncer, por lo tanto sigo
una vida tan monótona y corriente como me es posible.
Me quedé sin navajas, eso no es
para nada bueno. Puedo tener un momento de estrés o necesidad en el que quiera
cortarme o en el que necesite ver sangre y no podré hacerlo y la desesperación
que me entra cuando eso sucede no es bonita. Soy una persona diferente con
necesidades diferentes, es decir, la gente normal no tiene la necesidad de
cortarse, yo sí la tengo porque soy diferente al resto de la gente. No sé si en
realidad sea desesperación o sea ansiedad, pero el chiste es que me pongo peor
de lo que ya estaba. Igual cortarse no es como la solución pero me ha surgido
la brillante idea de comprar un martillo y golpearme hasta hacerme moretones,
suena genial ¿no? Hay varios martillos en mi casa, pero si tomo uno puede que
noten la falta de él… o probablemente no. En mi casa hablar de lo que me pasa
por la cabeza es sólo decir que “quiero llamar la atención” o sólo ser ignorada,
no le prestan mucha atención a mis ideas… porque de hecho nunca las comparto.
Como decía, me quedé sin
cuchillas. Esta semana conseguiré más y trataré de guardarlas en un mejor
lugar, uno donde no las encuentren y las tiren. El otro día en el centro vi un
tipo de cuchilla muy interesante, creo que era como una cosa para sacarle punta
a la madera o algo así, se veía muy bien y parecía que haría buenos cortes.
Porque hasta con eso, a veces me
veo las cicatrices y pienso que no tengo las suficientes, y hay algunas que no
me gusta como quedan. Es decir, si no son queloides no me gustan. Las
cicatrices gruesas y planas siento que no me sirven de nada. No me dan una
seguridad.
He salido con mi madre y hermano
al supermercado, pero me resulta agobiante ver tanta gente por los pasillos. Es
como insoportable, me exaspera, quisiera poder gritarles a todos. Al final he
terminado más cansada que de costumbre, como si estar rodeada de personas se
llevará mi energía, quería ponerme a llorar de la desesperación que me produce.
Pero yo soy puro llorar, así que
no cuenta. Lo único que importa es ver de qué manera trataré de seguir
haciéndome daño. Porque hasta creo que al escoger una persona imposible en la
cual fijarme ya me estoy haciendo daño, al ir de rechazo en rechazo, como que
gusta sentir ese dolor emocional que me produce el rechazo de quién me
interesa, creo que se puede llamar masoquismo ¿no? O tal vez lo correcto es
llamarle estupidez.
Otra vez soy yo. La estúpida y
tonta.
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