martes, 4 de marzo de 2014

Otro cumpleaños.

Otra persona del mismo nombre, una historia que se repite.
Es un abrazo que no pude dar, está ocasión dejé que fuera mi orgullo quién tomara el control de la situación, juré no darle nada a alguien que no lo sabe apreciar.
Y sin embargo yo no soy esa clase de persona, me siento incluso mal conmigo misma por no haber hecho lo que mi mente quería.
Me quedo en la misma duda: ¿Qué se siente darle un abrazo?

Si con una de sus miradas tengo para vivir por días, si con una de sus sonrisas puedo ser feliz por meses, un abrazo sería la cúspide de toda sensación y emoción, sería la cura de cualquier mal.
Me he pasado meses, imaginando de distintas formas como sería el rodear su cuerpo con mis brazos, el sentir por una sola vez su respiración de cerca, por escuchar a su corazón latir.

Me parezco tonta al pensar en que con estos pequeños actos, con cosas insignificantes, puedo ser muy feliz.
Y él no lo sabe, no tiene ni idea de que todas estas cosas me producen espasmos en el cuerpo, no tiene ni la menor idea de lo feliz que me siento al ver por lo menos su cabello.

Alguien me dijo que terminé enamorada de su sonrisa, y que sé yo de esas cosas, a lo mejor es cierto, y lo único seguro es que cada vez que sonríe, tengo sentimientos difíciles de explicar.

No le di la felicitación que yo quería, ni mucho menos le entregué el regalo que estuve planeando por meses, y espero tener otros años más para felicitarlo como sea debido, y que sean cumpleaños, que pasemos juntos.