domingo, 27 de septiembre de 2015

De cómo pasé el mejor fin de semana en el año. (Actualizado)

Después de haberles platicados cosas sobre la enfermedad y que me imagino que deben estar un poco hartos de leer sobre una enferma (pero es que en mi vida, dónde ni siquiera hay vida social y convivo con realmente muy pocas personas, cayendo casi en el aislamiento) todo gira en torno a mi padecimiento que si bien a veces pareciera que ha disminuido y se quiere desaparecer, en otras lo limítrofe aflora y me recuerda que no tengo una vida normal.

Pero vayamos al grano.
Del viernes 25 al domingo 27 de septiembre, estuve asistiendo a un taller de Escritura Creativa (esta es la parte en la que se supone ustedes me aplauden) y lo tomé porque:
Me enviaron la invitación (2 veces), y no bastaba con que fuera de Escritura creativa, con el simple hecho de que ya dijera "TALLER DE ESCRITURA..." yo ya estaba enviando mis datos para inscribirme.

De sobra está decir que si no se han percatado en mis demás entradas (algunas de ellas bastante extensas) es que vivo casi literalmente para escribir. Por lo que tomar un taller que me enseñara algo nuevo iba a ser una aventura excitante y divertida.

Además de que así salgo de mi cueva durante 3 días.

Y no saben, fue la cosa más barbara en la que he estado.
Escribiendo como loca desde el primer momento, desde el primer día.
Y me daba por atiborrar las cuartillas, lo cual mas tarde dificultó la tarea de la persona que daba el taller para poder marcarme las correcciones.

Y yo encantada, había pasado tanto tiempo desde que había tenido la oportunidad de estar con una persona que de verdad SABE y que de cierta forma puede ser una autoridad en el tema para corregir y marcar pautas en mis trabajos.

Y que felicidad.
Cuatro horas seguidas escribiendo.
Aunque de por si, cuando digo que me voy a sentar a revisar mis trabajos por cuenta propia, o que voy a escribir durante "algunas horas", me dedico sólo a eso.
No sé si fue el mero hecho de tener un instructor, pero había algo en ese ambiente que me hacía sentir algo que no sentía desde hace mucho, mucho tiempo: FELICIDAD.

Realicé trabajos buenos, escribí cosas que no creí que pudiera haberlas escrito o que yo manejara ese nivel de capacidad.

Y quiero enseñarlos al mundo, pero tengo que hacerles las debidas correcciones.
Pero no los publicaré aquí.
Seguiré el consejo de la instructora y los guardaré para una antología.
(Sí, como una de mis canciones favoritas)

Me agradaría tanto poder poner una foto de todos los del taller, pero todavía no me han etiquetado, en cuanto la suban, actualizo la entrada.

Espero y ustedes puedan sentir esa felicidad esta semana, igual que yo.

Puro amor. 

Generación del Taller de Escritura Creativa de Septiembre.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Mi vida con pastillas


No había escrito sobre algo que tiene que ver con mi vida diaria desde hace mucho tiempo, y la idea me estaba circulando por la cabeza desde hace poco tiempo por lo que puede que tenga muy poco o realmente nada que decir sobre el tema.

Mi vida con Pastillas.
¿A dónde quiero llegar con esto? bueno, tengo alrededor de casi 4 años medicada con psicotrópicos. En este caso un psicotrópico es una sustancia con capacidad de producir cambios en el humor, estado de ánimo y la percepción de quien las toma. 
Y en mi caso personal llevo alrededor de casi 4 años con anti psicóticos.

De nuevo, ¿Qué es un anti psicótico?
Son también llamados neurolépticos y se usan en el tratamiento de las psicosis.
Dependiendo el trastorno es su indicación y al menos en mi caso fue recetado para desaparecer las alucinaciones que tenía de manera constante.

¿Nos vamos entendiendo?

Cuando llegué a psiquiatría era yo un saco de alucinaciones descontroladas que no tenían pie ni cabeza y que me seguían por todos lados, junto con cuadros depresivos severos, con conductas suicidas, problemas de auto mutilación, un poco notable problema alimenticio y una conducta inadecuada.

¿Qué hicieron conmigo?

Bueno, después de dos largas horas con la psiquiatra y siendo todavía menor de edad, ella consultó con mi madre lo necesario de medicarme.
Por ese entonces optó por recetarme Leptopsique y Valproato de magnesio.

Pasó el tiempo y las depresiones no remitían en lo absoluto, así que me retiraron el valproato de magnesio, llegando en ese entonces a mi vida y por un año la Fluoxetina o mejor dicho: El Prozac.

A quién solía llamarle mi pastilla de la felicidad.
Los anti psicóticos nunca los dejé.

Después de ese año de anti depresivos, y con una remarcable mejoría en mi estado del ánimo, me lo retiraron y cambiaron mi anti psicótico por la olanzapina.

Fue una de las decisiones más terribles que ha tomado conmigo la psiquiatra, estuve durmiendo durante 6 meses a todas horas, todo el día, todo el tiempo.

Así que cuándo le dije lo que sucedía me dio trifluoperazina y me sentó de maravilla.
Alucinaciones disminuidas, el único problema es que el peso que había ganado con la olanzapina era muy difícil de bajar.

Luego conocí a los estabilizadores del estado del ánimo, y llegó el valproato semisódico.
Nunca terminé las 3 cajas, era un medicamento que me dejaba por completo sin emociones y que hasta me alteraba el sueño.

En Diciembre del año pasado me dieron Lamotrigina e igual por ese mismo rumbo a mi psiquiatra se le ocurrió darme risperidona en lugar de trifluoperazina, creyó que sería mejor para mí.

Pues me fue peor que con la olanzapina.

No me pude levantar en todo un día por completo. Me dejó botada totalmente.
Me aterré ante el efecto de la risperidona y le pedí que de inmediato me diera la trifluoperazina que tan bien me ha sentado para con las alucinaciones y para mis efectos secundarios, que han sido muy pocos.

Me cambiaron la lamotrigina por topiramato.

Ah, y para mis emergencias, guardo una caja de clonazepam.

Y voy para largo por mucho mucho más tiempo consumiendo medicamentos.

Sé que no debí hacer una historia de las pastillas que he tomado en los casi 4 años que llevo en psiquiatría pero me pareció la forma más comprensible.
El poder dejarlos por algunos días o a veces hasta semanas, pero tener que regresar a ellos porque de lo contrario comienzo a ser un caos total en mi vida.

Quiero saber lo que es la vida sin medicamentos de nuevo. 
Hace algunos meses fui al médico a hacerme un ultrasonido y me dijeron que mi hígado está un poco "resentido" por la eliminación de medicamentos constante que tiene.
¡Apenas han pasado cuatro años! se supone que debo tomarlos la mayor parte de mi vida para estar bien.

Puedo estar "bien" de mi mente, pero otras parte de mi cuerpo comenzaran a enfermarse pronto por tantos medicamentos en mi organismo y ¿quién afecta a quién? supongo que deben haber mejores alternativas para esto.

Vivir pendiente de cuándo tomar una pastilla no es sencillo, debo salir con ella por las tardes/noches, cuando salgo de viaje, cuando voy a alguna fiesta.
No puedo consumir ciertas bebidas, no puedo fumar.

Es diferente para mí.
Y aún así, todavía me cuesta llevar esa rutina.

Nunca me voy a acostumbrar.



lunes, 14 de septiembre de 2015

Aparece una luz

Me he pasado los últimos meses batallando con una inestabilidad increíblemente grande, que a veces ni yo misma sabía a quién recurrir, si reír o llorar, si era estupidez, o que me estaba sucediendo.
Sentía que no tenía control de mí misma, ni de mis emociones ni de ninguna de las acciones que llevaba a cabo. Actuando siempre por impulso, a veces por inercia y siempre sintiéndome más perdida que de costumbre.
Comencé a darme cuenta de que no sólo tenía problemas con mis emociones, con mi mente y con mis ideas, sino con mi propia identidad sexual (y lo sigo teniendo), pero no estaba recibiendo la ayuda adecuada.
Es más, no tenía a quién pedirle ayuda. 
Mi psicóloga, que "se supone" tiene que enseñarme a manejar la personalidad limítrofe, duda del diagnóstico de mi psiquiatra, ella no considera que yo tenga el trastorno, cree que sólo es "inmadurez" (así lo llama ella) y se atribuye (como casi siempre) a mi edad.
¿A mi edad? ¿What? lo dice como si yo tuviera trece años, estuviera entrando en la adolescencia y no tuviera idea de los cambios que hay en mi cuerpo y con mis emociones.
Pero tengo más edad que eso, la pubertad y la adolescencia afortunadamente ya las pasé y salí arrastrándome de ahí. Viva al fin.
Se negaba a ponerme cualquier clase de prueba psicológica para determinar causas, para ver si estoy bien, mal o de plano por mi mente no pasa nada. 
Simplemente sonreía y no decía nada.
¿Qué clase de psicóloga es esa? ¿Quién le dio su título y su cédula? 
Nunca me he sentido cómoda con ella, nunca me ha creído y es más, hasta ha de escribir que todo me lo invento.
Por que ella misma, viendo como estaba yo con los huesos marcados, teniendo en sus manos mis análisis clínicos, la hoja de evaluación del médico que dictaba un bajo peso y desnutrición, simplemente soltó: No puedes tener bulimia, si lo tuvieras, no me lo estarías diciendo.
Y ahí me dejó, con un evidente trastorno de la alimentación, negándome la ayuda que necesitaba y teniendo que buscar por cuenta propia la recuperación que era necesaria, tenía que ganar peso o me iba a poner peor.
Entonces, ¿cómo es que ella puede estar atendiendo un caso como el mío? si cree que no tengo nada, ¿por qué me sigue dando citas?
No lo entiendo, y la verdad es que tuve que buscar ayuda en otro lado, porque ahí era como estar en un callejón sin salida.

Hoy por fin fui con una nueva psicóloga, quién me creyó y dijo que es evidente la conducta de una TCA, quién va a diagnosticar y a verificar lo que mi psiquiatra dijo que tengo, quien por primera vez en muchos años me dijo:
-¿Te han hecho alguna prueba?
Quien no me dio cita hasta dentro de cuatro meses. Alguien que se notaba que de verdad estaba creyendo en mis palabras, en la desorientación que tengo, en lo perdida que estoy y en lo desesperada que me encuentro por saber ¿qué soy? ¿quién soy?
Espero todo marche bien, y espero que ahora sí, después de tanto tiempo, por fin haya encontrado la ayuda que tanto necesito, porque si yo sola no puedo...
las consecuencias, van a ser fatales.