sábado, 8 de febrero de 2014

Se queda sin rima.

Mi querido: 

Me he dado cuenta que las letras de Sabina carecen de sentido si no pienso en usted,
Así mismo, he de pensar en que tiene la figura más asombrosa que he podido ver en años.

Es un deleite observarlo, 
porque usted me gusta desde las manos hasta el cráneo,
desde el pecho hasta la punta de los pies,
son sus ojos elíxir de mi alma,
son sus labios motor de mi vida.
No sé si eres gasolina o queroseno,
o si más bien eres un fósforo,
pero me consumes,
me enciendes y me apagas.

Usted maneja las partículas de mi cuerpo a voluntad, la sola ausencia de su presencia me parece insoportable.
¿Cómo pretende que viva sin sus ojos?
¿Cómo puedo no pasar los días hablando de sus labios?
No me prive usted del privilegio de su andar.

Y sé que mis letras no son perfectas, que no soy Amado Nervo, que no puedo ser poeta, pero para usted, me convierto en lo que necesitem porque con el simple hecho de su mera existencia, ya me hace feliz.

Suya.
MaryFer.



Sin remitente

Estimado joven de mi alma.

Me permito el atrevimiento de escribirle estas letras, de hacerle una carta.
No se imagina usted lo mucho que mi alma batalló para poder encontrar la excusa correcta, el motivo adecuado.

Y aquí me tiene, sin motivo alguno, sin un solo pretexto, más que el mero hecho de que si no le escribía, sentiría mi alma intranquila.

He de contarle que padezco insomnio, y aunque le suene trllado, es culpa del café, ese que tienen sus ojos, y de la canela, esa que tiene por piel.

Me maravillo en el milagro de su existencia, porqué es eso:
Un milagro, resucitaste un muerto, le diste vida y sentimientos.

Y yo comparo de esta forma mi pasión por usted:
La comparo con una canción de cualquier grupo de metal que usted prefiera, es pesada, es intensa, es rápida... pero al mismo tiempo es melódica.

¿Sabe usted que produce en mi cuepor el sonido de su voz?, me produce lo mismo que "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, eriza mi piel, me paraliza en seco.
Y es que usted me ha debilitado, me ha dejado vulnerable, estoy expuesta y puedo perder más de lo que pretendo ganar.

Ojalá y un día, tenga usted el grato placer de leer mis cartas.

Suya.
MaryFer

La carta nunca jamás enviada.

Para serte sincera, mientras escribo estas letras en tu honor, me brotan lágrimas y me río yo sola, pensando en que estupideces decir para poder convencerte de que te quedes conmigo.
No quiero mentirte ni decirte cualquier babosada, no soy alguien que hace ese tipo de cosas, y si en dado caso todo esto llega a parecerte trillado, es porque me topé con el cliché de mí misma, de lo anticuada que soy.

Hace algún tiempo te dije que no podía ofrecerte nada y no te mentía, en ese momento luchaba por dejar cerrado un capítulo de seis años, nada fácil de soltar y doloroso, en ese momento lo que menos quería era dañarte con un mal cariño.

Y es que yo, sólo puedo ofrecerte cariño, ahora que ya estoy segura de que en serio te quiero, de que voy en serio, no bromeo, no te quiero para dos o tres meses, no para tres o cuatro años, te quiero para tiempo indefinido.

No sé como me vine a joder con esto, porque esto de quererte es así: es jodido y es magnifico, me jode y me encanta. ¿sabes lo qué siento al verte cruzar el puente inútil de nuestra universidad? cada vez que lo haces, mi alma queda el vilo, me quedo ansiosa, guardando en mi memoria a cada paso que das el ritmo de tu andar y cuando por fin lo bajas, descanso y mi única preocupación es que llegues con bien a tu destino, sea el que sea.

Me has atado como grillete a ti, y no sé si es el café de tus ojos o la canela de tu piel pero son grilletes.

Me siento firme en esta tierra que siempre quise dejar.

Y te debo más de lo que puedo pagar.
Cuando llegué, estaba segura de quererme ir, estaba enferma,
estaba sin vida y por trillada que suene, me devolviste las ganas de vivir, 
de no querer rendirme.

No he dejado de llorar...
y es que he tenido noches en las que te extraño de una forma desesperante, noches que se me han ido en imaginar lo que se ha de sentir tomar tu mano, noches en las que he llorado porque odio y amo quererte.

No soy Neruda, no soy Bécquer, mis letras no son finas,
carecen de estilo, pero tienen eso que siempre te he ofrecido;
son sinceras.

Sepa usted que quiero saber su historia, que no planeo hacerle daño,
tratarlo con delicadeza, seré paciente,
No se que heridas traigas, pero puedo intentarlo, puede usted intentarlo con esta enloquecida amante de sus ojos.

Tuya.
MaryFer.