jueves, 11 de diciembre de 2014

Carta a un esquizoide IV


Mi muy amado esquizoide:
Te escribo estas líneas desde el borde mi cordura, dónde rayo en locura, ese lugar en mi mente en el que ya me siento recluida, de dónde sé que si no soy lo suficiente fuerte, moriré consumida por las brasas calientes del recuerdo.

Es que, verte,  para mí es algo que está bien y que disfruto, pero creo que no es correcto que siga en una lucha constante sólo por si a caso un día decides darte cuenta de que estoy de pie, a lado tuyo, queriendo ser vista.

Pero mantengo la calma, tú no sueles notar a quién no te interesa y si después de un año crees que no es tiempo de voltearme a ver, no me importa, porque tienes tus tiempos y todos son perfectos, no miras a nadie porque sí, no cometes acciones sin antes haberlas meditado.

Esto tal vez deba guardarlo, pero debes saber, que eres como un ruiseñor cantando en mi ventana. Las raras veces que te he visto reír de verdad y desde el fondo de tu corazón, son contadas, y me he quedado con ese pedazo de recuerdo en el fondo de mi alma.

Hoy te dieron algo que preparé con mucha anticipación, como siempre tus reacciones fueron las esperadas: despistado, desorientado, no supiste que hacer ante tal situación y simplemente guardaste el sobre como si fuera cosa del otro mundo, mientras yo moría por saber si el contenido te había gustado.

Cuando más tarde lo abriste, apenas y pudieron notar tu emoción por ver algo de Stephen King ahí, de facto, la "emoción" que tuviste fue resultado de los ánimos que tu amigo tenía, sin embargo, lo mejor lo reservaste para después, la carta, no la leíste, simplemente la metiste en el sobre y lo volviste a colocar todo en su lugar, como si nada hubiera pasado.

Y yo, mi querido esquizoide, estaba en el borde de la silla, queriendo saber si te había gustado, si de verdad era de tu agrado, o si no querías ese regalo, que sé que para ti carecen de sentido si no vienen de parte de alguien que estimes, pero vamos, mi esfuerzo no tuvo que haber sido en vano y al igual que el año pasado, que te di por regalo navideño el libro de Orwell (que por cierto, supe de tu propia mano que fue de tu agrado) en parte te debe haber gustado, por lo menos un poquito.

Las apuestas no estaban para nada a favor de que ese regalo se entregara, de hecho dudo si debo preguntarte algo mañana, sobre si debo acercarme a ti cuando nadie lo note, cuando nadie pueda decir algo y generar alguna clase de controversia, de esas que no te gustan, cuando las personas hacen un escándalo por algo tan estúpido como ver a dos personas conversar.

Si me armo de valor, ten por seguro que estaré escribiendo sobre lo que hayamos conversado, de lo contrario, no lo haré hasta en muchos muchos días, cuando tenga algo nuevo que contar sobre ti, y de lo necesitada que estoy de tenerte.

Puedo esperar toda una vida, pero si encuentras a alguien en el camino que sea mejor para ti, de lo que yo creo que puedo serlo y de lo que me esfuerzo en ser, entonces iré a quebrarme a otra parte, lejos de ti.

Por ahora, me quedo con las ganas de hacerte rendir a los pies de esta loca bipolar, pero siempre siempre enamorada de ti.

Con Amor.
Mary.

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