sábado, 14 de febrero de 2015

Mi visita con la psiquiatra

"Me encerré yo sola a esperar la muerte misma, como si supiera que iba a venir por mí, me la pasé casi dos meses completos encerrada en mi habitación, saliendo para lo puramente necesario como bañarme (cuando se me antojaba), bajar a “comer” (si es que se le puede llamar así al extraño acto que hago con las comidas), o sólo bajar a hacer acto de presencia un rato, por tal vez unas dos horas y así finalmente volver a subir a encerrarme a mi cuarto.

Pasé muchas noches sin sueño, me venía durmiendo con eso de las 6 de la mañana y me despertaba a las dos de la tarde, el resto se me iba en puro parasitar, siempre estoy rayando en una especie de límite para conmigo misma. Me gusta estar sola, no quiero gente, no necesito a la gente, pero la soledad, me consterna, me deja con los pelos de punta. Es decir, yo me encierro en mi caverna dónde no necesito de nadie, pero si un día salgo tengo la fuerte necesidad de querer ver a alguien parado en la puerta de mi caverna, eso me da cierto nivel de seguridad. Es decir, me gusta estar sola, pero le tengo un miedo muy fuerte a la soledad.

Igual siempre he sido un poco más aferrada que los demás con las personas que me relaciono, yo hago de quiénes me interesan emocionalmente, un estilo de vida, una manera de vivir, hago de ellos un universo completo en el que sólo pueden existir mis sentimientos por ellos y los de ellos hacia mí, y lo digo porque con las pocas personas que todavía me quedan conmigo, soy de esa manera, rayo en la sobreprotección con tal de que no les suceda nada, quiero que siempre piensen lo mejor de mí, que sepan que siempre estoy ahí y que pase lo que pase no me iré.

De nuevo, ese maldito miedo a la soledad.

A veces me hacía falta alguien con quien hablar, todo era demasiado cutre como para ser verdad, me sentía sola, de soledad. Estaba como hueca, vacía por dentro y sin valor alguno, no quiere decir que haya dejado de sentirme así pero, la verdad es que por esas fechas, por esos meses se hizo un sentimiento más fuerte y mucho más recurrente. Mi mejor amigo, vive su vida estudiando tres semestres en un solo año, mi mejor amiga tiene una vida escolar y un novio que la quiere y yo, bueno yo soy la patata fea que ellos escogieron como “amiga”, no puedo evitar sentirme descuidada, me gusta con frecuencia ser el centro de vida de las personas que hago mi centro de vida, por ejemplo, tengo 14 años de ser la mejor amiga de mi mejor amigo, no es una amistad cualquiera ¡son 14 años! Y yo sé que a él le desagrada más la gente que a mí, pero si estamos a muchísimos kilómetros de distancia, lo menos que podría hacer sería mandarme mensajes para saber si todavía respiro o si de perdida sigo viva, o si ya me morí.

Porque esa es una de mis ideas más comunes, sentir que no valgo nada, que no le intereso ni un poco a nadie, y si no le intereso a nadie pues la verdad no es como si yo me tuviera mucho interés, de facto, soy la persona que menos interés muestra en sí misma. No sé porque, voy por la vida dañándome, porque sólo quiero consumirme, quiero acabar conmigo, porque yo soy lo que más más mal me hace.

He pasado días mezclando medicamentos con vodka, tomo vodka porque me gusta el vodka y no es que tenga un problema con la bebida y los medicamentos, tú eres quién no comprende mi manera de olvidarme de lo que me rodea. Ya ni siquiera puedo fumar sólo porque lo prometí y yo soy alguien que cumple sus promesas.

Y luego está esa extraña relación con las cosas, con los objetos. He robado antes, y me gusta hacerlo, ¿por qué? Es fácil, porque me da sensaciones, me hace sentir algo, me hace sentir alguien, quiero sentir cosas, no estar como muerta la mayor parte del tiempo, detesto mi estado lúgubre que siempre traigo (aunque me ponga esa máscara de vitalidad, de energía y de alegría que toda la gente conoce) es decir, para mí robar es mi manera de hacerme sentir emoción, alegría, ilusiones, adrenalina… pero todo ha cambiado, ya no quiero robar objetos, quiero robar COMIDA, si, como lo dije ¡COMIDA!, chocolates, dulces, galletas, caramelos, panecillos rellenos de queso filadelfia y jamón (qué son los que más me gustan) ¡me obligo a pagar en la caja un estúpido chocolate de 4 pesos! Todo porque quiero saber hasta dónde llego por culpa de la comida.

Con la cuál por cierto no tengo una de las mejores relaciones del mundo, sé que no debo decirlo pero me da lo mismo a estas alturas. Desde que tengo 11 años odio la comida, ¿por qué? Porque nadie le explica a una nena de 11 con cuerpo de 15 que está más desarrollada que las demás enclenques, no, sólo se limitan a soltar una sola palabra: GORDA, GORDA, GORDA. He pasado los últimos 9 años de mi vida con eso, ¿qué hice cuándo tenía 11? Fácil, comencé a vomitar todo lo que me “tragaba” y hacer cantidades de ejercicio y deportes sobrehumanas, ¿resultados? 42 kilos para 1.60 metros de estatura, opinión de quiénes me rodean: GORDA, GORDA, GORDA.

Siempre me pregunté porque no podía pesar 38 kilos como las niñas de mi edad, y la verdad es que al sol de hoy me lo sigo preguntando, hace un año y medio baje de 94 kilos a 50, ¿qué cómo me veía? Según la gente: DELGADA, según yo: GORDA. Yo pienso que ni pesando los 43 kilos que quiero pesar hoy en día, me sentiré feliz, porque me odio, odio la comida, odio mi cuerpo. Y he llegado de nuevo a un límite!! Cada maldita vez que me produzco el vómito, me sale sangre de la nariz, que absurdo!! Sangre? ¿de la nariz? ¿de verdad? Pues no me importa, lo haré hasta ser delgada, hasta ser talla 00, hasta que pese los 43 kilos que quiero y si puedo ¿por qué no? Pesar incluso 40 kilos, y poder llamarle GORDA, a todas esas obesas que están en mi escuela.

A mis amigas no.

Me odio, me odio, no sé quién soy, tengo un nombre, pero nadie me dice qué o por qué soy así, 
porque pienso de estas formas, porque tengo que cortarme cuando tengo nervios o sólo cuando se me antoja ver sangre, porque nadie me explica nada, quiero saber qué es lo que soy, porque ni yo misma me puedo explicar las cosas que hago.

Como siempre, pienso que todo es producto de mi imaginación. A lo mejor estoy en coma y me imagino con vida, viviendo esta pequeña porción de infierno.


En fin. GORDA." 

Eso fue lo que leí para mi psiquiatra en la consulta de ayer, de hecho creo que con ella, es la única con la que puedo estar siendo yo misma, sin tener miedo de que alguien me juzgue, ella quizás sea la única persona en el mundo que me crea cuando le digo lo que pienso, cuando se entera de las cosas que pasan por mi mente, puede que no me crean ni mi "familia", ni mis "amigos", pero ella, sé que todo va a estar bien cuando la veo, porque ella me cree, ella no duda de mí, ella no juzga mis ideas ni me pide que las cambie, me deja a mí misma ser quien quiero, ser quien soy.

Por ahora me largo a llorar, estoy sola, de soledad.

Después de todo ya no es "El trastorno", son Los trastornos.

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