martes, 5 de mayo de 2015

Carta abierta a mi hermano menor.

Hola Esteban.
Hoy te escribo esto porque quiero darte las gracias y hacerte sentir un poco del cariño que te tengo.

Has estado a lado mío en estos años que se han puesto un poco complicados y bastante difíciles, te has dado cuenta de cuándo estoy mal, aún sin que yo diga apenas palabra alguna.

Gracias por ser el que me recuerda lo tonta, pésima, terrible y estúpida que soy para escoger a los tipos con los que salgo. En verdad, gracias por decirlo, porque tú tienes la razón.

Por no haber aceptado hasta ahora a ninguno de ellos, como hermano. Porque yo sé que solamente tú puedes ver lo asquerosos y horribles que son, lo patanes y poco que valen la pena como para estar conmigo.

No sé si los odies, pero si ya no te caen bien, te agradezco. Juro que la próxima vez que salga con alguien, te lo dejaré primero a ti para que me digas si vale o no la pena el sujeto.

Te quiero agradecer por estar a mi lado en esos oscuros días en los que perdía el sentido y el conocimiento de la realidad, en los que no sabía ni quién era yo. Esos días en los que simplemente había preferido haber muerto que seguir viva.

Por esas muy contadas veces en las que me has sacado y me has salvado de las dolorosas, feas, crueles, hirientes y horribles palabras que suelta la mujer que tenemos por “madre” (si es que le podemos llamar así) en serio, si yo no sintiera que en esos momentos te has puesto de mi lado, si no hubiera sentido que salías a defender a esta torpe sentimental que tienes por hermana, no sé qué sería de mí. Probablemente ya habría decidido acabar con mi vida (de nuevo).

También gracias por ponerte de mi lado las veces que alguien me ha querido agredir, y tú sabes a qué ocasión en específico me refiero. Por haber sido el único hombro en el que me pude recargar en esa ocasión en la que tenía tanto y tanto miedo de salir lastimada.

Me conoces muy bien, mis secretos sucios, las cosas que hago y que no le digo a nadie más, tú no me juzgas y aunque puede que pienses que estoy un poco loca, (que la verdad si lo estoy) no dices nada. Me dejas meter la pata.

Aprovecho para pedirte perdón por todas esas veces cuándo éramos niños te hacía a un lado, por las veces en las que te rechazaba, en las que te hería y te hacía llorar al no querer ir al mismo lugar que fueras tú, por todos los besos llenos de baba y todos los abrazos que rechacé que me dieras. En serio, por un momento quisiera que fuéramos niños de nuevo y poder dejarme querer por ese diminuto ser cariñoso de labios gruesos y dientes chuecos que eras.

Yo sé que a lo mejor tú no te acuerdas, eras realmente muy pequeño, pero yo me acuerdo de ti, llorando con la carita metida en la barda porque “mamá” se iba, y perdón por no haber llorado contigo como tenía que haberlo hecho, perdón por no haberte abrazado en todas esas veces que llorabas por ella, por haber tenido que hacerme la hermana mayor fría y de piedra que necesitabas de ejemplo, a la que no le dolía nada, la que tenía que darte un buen ejemplo. Perdón por eso.

También perdóname por aquellas ocasiones en las que tenías esos ataques tan fuertes y difíciles cuando eras un poco más grandecito, yo no sabía qué hacer o cómo cuidarte, no tenía idea de qué cosa podría calmarte, perdón por sólo haberme quedado mirando mientras tú llorabas y tenías una lucha interna por cosas que siendo tan pequeño sólo tú sentías.

Pido perdón por no haberte defendido de todas esas horribles y salvajes veces en las que chabela te pegaba de una forma tan dura y salvaje, de esas en las que te daba hasta que quedaras completamente marcado. A mí no se me borra el recuerdo de mi hermanito llorando bajo el agua fría de una regadera mientras una mujer completamente loca e histérica lo golpea. Hoy sé (y eso porque ella misma me lo dijo) que lo hacía porque le producía placer y gusto verte llorando (que enferma de la mente) perdón por no haber sido más valiente y sólo haber tenido que aguantar en silencio, por no haber sido más mayor y haberme metido a defenderte cómo era debido. Por haber dejado que te marcaran de esa forma que no merecías.

Perdón por ese diente que te tiré y hacer que te saliera otro pero muchísimo más chueco que el anterior. No fue apropósito, sólo bailábamos muy felices y sin querer te lastimé y te tiré ese diente. Perdón por eso.

Algunas veces no sé si te sientes bien, si las cosas marchan bien en tu vida, ahora eres más reservado, después de todo estás de camino a ser un adulto, pero me preocupa que haya quedado en ti una huella y una estampa de dolor imborrable, que hayan cosas que no te permitan avanzar y ser feliz cómo realmente te lo mereces.

Yo sé que tú no eres como yo, es decir, mírame, yo terminé loca por haberme querido hacer la fuerte. Ese es el precio que he tenido que pagar por protegerte y quiero que sepas algo: Si tú estás bien, si tú no tienes todos estos traumas que yo tengo, si tú vives una vida sin culpas, sin remordimientos, sin temores, si eres alguien feliz y pleno, alguien que puede ser medianamente normal y común… entonces estar así, en este estado, en esta forma, habrá valido siempre la pena.

Yo sé que cuando era niña, muchas ocasiones dije que no te quería, que te odiaba, que ojalá y no estuvieras conmigo. Y no sabes que estúpida y equivocada estaba, ¿cómo no voy a quererte? ¿Cómo voy a odiar a alguien que sólo veía en mí un ejemplo? ¿Cómo voy a desear no tenerte si tu compañía me haría falta?, eres mi hermano, tenemos un lazo más profundo del que muchas personas se imaginan.

Si tú sufres, yo sufro.
Si tú eres feliz, yo lo soy contigo.

Justo ahora que ya estoy cerca de una “edad madura”, comienzo a apreciar y a ver todas las cosas que dejé ir contigo, sé que puedo confiar en ti, sé que puedo contarte cualquier cosa y que me vas a escuchar, pero la verdad es que tú ya sabes que es lo que pasa sin que yo te lo diga.

Me haces sentir orgullosa de ti, estoy muy contenta de la clase de buen hombre en el que te estás convirtiendo. Por favor no pierdas el camino y si un día sientes que ya no lo puedes encontrar, ven conmigo que yo te pondré de nuevo en él.

Espero que nos queden muchos años juntos. Una vida completa si es necesario.

Es duro para mí, pero trataré de no querer morir, no quiero que te sientas avergonzado de tu hermana la que fue cobarde y mejor se mató. Trataré de ser mejor porque mereces un mejor ejemplo.

Siempre, siempre cuidaré de ti, eres mi hermanito, mi pequeñito, aunque tengas 30 años, te seguiré viendo así, como ese niño de pelo chinito que tenía un chupón en la boca. Ese que tomaba mamilas cuándo me llevaban al kínder.

Te amo Esteban, eres por mucho el hombre más importante de mi vida. Espero que no lo olvides nunca, porque aquí tienes a una hermana un tanto loca y no tan cuerda, pero eso sí, ciertamente, loca por tanto querer cuidarte a ti.

Espero te guste lo que te he preparado. Es una forma de darte las gracias por siempre estar ahí para mí durante los últimos 18 años.


Con cariño, amor y locura.
Tu hermana mayor.

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