Hola Esteban.
Hoy te escribo esto porque
quiero darte las gracias y hacerte sentir un poco del cariño que te tengo.
Has estado a lado mío en
estos años que se han puesto un poco complicados y bastante difíciles, te has
dado cuenta de cuándo estoy mal, aún sin que yo diga apenas palabra alguna.
Gracias por ser el que me
recuerda lo tonta, pésima, terrible y estúpida que soy para escoger a los tipos
con los que salgo. En verdad, gracias por decirlo, porque tú tienes la razón.
Por no haber aceptado hasta
ahora a ninguno de ellos, como hermano. Porque yo sé que solamente tú puedes
ver lo asquerosos y horribles que son, lo patanes y poco que valen la pena como
para estar conmigo.
No sé si los odies, pero si
ya no te caen bien, te agradezco. Juro que la próxima vez que salga con
alguien, te lo dejaré primero a ti para que me digas si vale o no la pena el
sujeto.
Te quiero agradecer por
estar a mi lado en esos oscuros días en los que perdía el sentido y el
conocimiento de la realidad, en los que no sabía ni quién era yo. Esos días en
los que simplemente había preferido haber muerto que seguir viva.
Por esas muy contadas veces
en las que me has sacado y me has salvado de las dolorosas, feas, crueles,
hirientes y horribles palabras que suelta la mujer que tenemos por “madre” (si
es que le podemos llamar así) en serio, si yo no sintiera que en esos momentos
te has puesto de mi lado, si no hubiera sentido que salías a defender a esta
torpe sentimental que tienes por hermana, no sé qué sería de mí. Probablemente
ya habría decidido acabar con mi vida (de nuevo).
También gracias por ponerte
de mi lado las veces que alguien me ha querido agredir, y tú sabes a qué
ocasión en específico me refiero. Por haber sido el único hombro en el que me
pude recargar en esa ocasión en la que tenía tanto y tanto miedo de salir
lastimada.
Me conoces muy bien, mis
secretos sucios, las cosas que hago y que no le digo a nadie más, tú no me
juzgas y aunque puede que pienses que estoy un poco loca, (que la verdad si lo
estoy) no dices nada. Me dejas meter la pata.
Aprovecho para pedirte
perdón por todas esas veces cuándo éramos niños te hacía a un lado, por las
veces en las que te rechazaba, en las que te hería y te hacía llorar al no
querer ir al mismo lugar que fueras tú, por todos los besos llenos de baba y
todos los abrazos que rechacé que me dieras. En serio, por un momento quisiera
que fuéramos niños de nuevo y poder dejarme querer por ese diminuto ser
cariñoso de labios gruesos y dientes chuecos que eras.
Yo sé que a lo mejor tú no
te acuerdas, eras realmente muy pequeño, pero yo me acuerdo de ti, llorando con
la carita metida en la barda porque “mamá” se iba, y perdón por no haber
llorado contigo como tenía que haberlo hecho, perdón por no haberte abrazado en
todas esas veces que llorabas por ella, por haber tenido que hacerme la hermana
mayor fría y de piedra que necesitabas de ejemplo, a la que no le dolía nada,
la que tenía que darte un buen ejemplo. Perdón por eso.
También perdóname por
aquellas ocasiones en las que tenías esos ataques tan fuertes y difíciles
cuando eras un poco más grandecito, yo no sabía qué hacer o cómo cuidarte, no
tenía idea de qué cosa podría calmarte, perdón por sólo haberme quedado mirando
mientras tú llorabas y tenías una lucha interna por cosas que siendo tan
pequeño sólo tú sentías.
Pido perdón por no haberte
defendido de todas esas horribles y salvajes veces en las que chabela te pegaba
de una forma tan dura y salvaje, de esas en las que te daba hasta que quedaras
completamente marcado. A mí no se me borra el recuerdo de mi hermanito llorando
bajo el agua fría de una regadera mientras una mujer completamente loca e
histérica lo golpea. Hoy sé (y eso porque ella misma me lo dijo) que lo hacía
porque le producía placer y gusto verte llorando (que enferma de la mente)
perdón por no haber sido más valiente y sólo haber tenido que aguantar en
silencio, por no haber sido más mayor y haberme metido a defenderte cómo era
debido. Por haber dejado que te marcaran de esa forma que no merecías.
Perdón por ese diente que te
tiré y hacer que te saliera otro pero muchísimo más chueco que el anterior. No
fue apropósito, sólo bailábamos muy felices y sin querer te lastimé y te tiré
ese diente. Perdón por eso.
Algunas veces no sé si te
sientes bien, si las cosas marchan bien en tu vida, ahora eres más reservado, después
de todo estás de camino a ser un adulto, pero me preocupa que haya quedado en
ti una huella y una estampa de dolor imborrable, que hayan cosas que no te
permitan avanzar y ser feliz cómo realmente te lo mereces.
Yo sé que tú no eres como
yo, es decir, mírame, yo terminé loca por haberme querido hacer la fuerte. Ese
es el precio que he tenido que pagar por protegerte y quiero que sepas algo: Si
tú estás bien, si tú no tienes todos estos traumas que yo tengo, si tú vives
una vida sin culpas, sin remordimientos, sin temores, si eres alguien feliz y
pleno, alguien que puede ser medianamente normal y común… entonces estar así,
en este estado, en esta forma, habrá valido siempre la pena.
Yo sé que cuando era niña,
muchas ocasiones dije que no te quería, que te odiaba, que ojalá y no
estuvieras conmigo. Y no sabes que estúpida y equivocada estaba, ¿cómo no voy a
quererte? ¿Cómo voy a odiar a alguien que sólo veía en mí un ejemplo? ¿Cómo voy
a desear no tenerte si tu compañía me haría falta?, eres mi hermano, tenemos un
lazo más profundo del que muchas personas se imaginan.
Si tú sufres, yo sufro.
Si tú eres feliz, yo lo soy
contigo.
Justo ahora que ya estoy
cerca de una “edad madura”, comienzo a apreciar y a ver todas las cosas que dejé
ir contigo, sé que puedo confiar en ti, sé que puedo contarte cualquier cosa y
que me vas a escuchar, pero la verdad es que tú ya sabes que es lo que pasa sin
que yo te lo diga.
Me haces sentir orgullosa de
ti, estoy muy contenta de la clase de buen hombre en el que te estás
convirtiendo. Por favor no pierdas el camino y si un día sientes que ya no lo
puedes encontrar, ven conmigo que yo te pondré de nuevo en él.
Espero que nos queden muchos
años juntos. Una vida completa si es necesario.
Es duro para mí, pero
trataré de no querer morir, no quiero que te sientas avergonzado de tu hermana
la que fue cobarde y mejor se mató. Trataré de ser mejor porque mereces un
mejor ejemplo.
Siempre, siempre cuidaré de ti,
eres mi hermanito, mi pequeñito, aunque tengas 30 años, te seguiré viendo así,
como ese niño de pelo chinito que tenía un chupón en la boca. Ese que tomaba
mamilas cuándo me llevaban al kínder.
Te amo Esteban, eres por
mucho el hombre más importante de mi vida. Espero que no lo olvides nunca,
porque aquí tienes a una hermana un tanto loca y no tan cuerda, pero eso sí,
ciertamente, loca por tanto querer cuidarte a ti.
Espero te guste lo que te he
preparado. Es una forma de darte las gracias por siempre estar ahí para mí
durante los últimos 18 años.
Con cariño, amor y locura.
Tu hermana mayor.
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