jueves, 5 de junio de 2014

De discursos y algo más.

En esta ocasión me permito colocar una imagen, ya que va de acuerdo al tema que trato en mi discurso para oratoria. La cual, además hace referencia a una de las cosas que menciono ahí.
La fascinación por el extranjerismo en México.
¿Qué es lo maravilloso de lo extranjero? ¿Por qué estamos tan fascinados con ello? Los mexicanos estamos acostumbrados al malinchismo, al grado de que se ha vuelto parte de nuestra idiosincrasia.

Quien vive en México, como tal, presenta un rechazo hacia todo aquello que es nacional, a lo que se produce aquí, lo que sale de nuestra tierra, queriendo vivir una vida de país de primer mundo, cuando seguimos siendo un país “vías de desarrollo”.
Los adolescentes, (por ser el ejemplo más claro) son quienes están más expuestos y sobre todo, quiénes se sienten mucho más atraídos por lo extranjero, por las modas, que sean buenas o malas, las siguen intentando formar parte de una comunidad que tiene “Swag” o que vive al “Yolo”.

Esto, aunado a la comercialidad de infinidad de productos que incitan al consumismo, crea una decadencia cultural en la que los que habitamos en esta sociedad, olvidamos nuestras raíces, llegando al grado de rechazarlo o sentirse avergonzado de ellas.

El mexicano, debe aprender a hablar inglés, cuando vive en un perpetuo desconocimiento total de su propio idioma, de lo rico y fluido que es, desconoce su grado de complejidad y al mismo tiempo, le degrada. Ignora por completo los dialectos que están a punto de extinguirse en su propio territorio, negando así algo que puede ser más que una simple herencia cultural a las próximas generaciones.

¿Por qué rechazar a nuestra propia cultura? En el extranjero, lo indígena es apreciado y observado con gran entusiasmo, ¿por qué no podemos hacer lo mismo?, esto en base a que lo consideramos anticuado, llegando al grado de  discriminarnos entre nosotros mismos, queremos sentirnos arios,  cuando siempre hemos sido mestizos.

Es una cuestión cierta, el mexicano se siente orgulloso de ser quién es, sólo cuando juega una selección de fútbol, noventa minutos más tarde, vuelve a lo mismo, a querer tener un estilo de vida salido “de película” en el que goza sin trabajar y obtiene lo que desea por una simple cuestión de suerte.

Vivimos en una sociedad en la que si no tienes un “iphone” o un “Smartphone” no puedes formar parte de un grupo de amigos, en los que tomarse un selfie todos los días, aclararse tres tonos de piel para lucir más “blanco” y subirlo a una red social para conseguir que alguien le pique a un botón diciendo “me gusta” es mucho más importante que contribuir al fomento de la cultura, en la que escuchar el género regional mexicano, es considerado incluso “naco”, en la que nos llamamos unos a otros “chacas”, en la que se compite por ver quién gana más seguidores que verdaderos amigos.

Veo decadencia, veo jóvenes que van al declive, una burda y pobre imitación de algo que sin duda no somos, y es cómo la autoestima, ¿cómo quieres amar a alguien más si no te quieres a ti mismo? Es eso lo que le falta al mexicano, aprender a amar lo propio, para comenzar a apreciar lo extranjero.

Y yo te pregunto a ti, ¿eres malinchista?, ¿también formas parte de ese grupo de personas que quiere vivir en un sueño y no despertar a la realidad? A esa en la que tienes que trabajar todos los días para poder pagar tus facturas, a la realidad en la que pretendes vivir una fantasía, en la que juegas a ser algo que no eres, en la que te rechazas a ti mismo y de dónde vienes.


Quiero que me digas: ¿qué estás haciendo tú para cambiar?

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